Inminente inerte
Apareciste amordazado
callado, como un puñal.
Te creí olvidado,
ajeno y extraño.
Pero allí estabas,
presente en tu muerte de palabras
Callando mis letras.
Ahogándome en un
grito que no dejaba de oír.
Imperiosa necesidad
de alejarte, en ese dolor errante
Que acompaña o más
bien desgarra a la ilusión.
Nunca me hubieses
querido ver así,
De frente tan
mortificada e igual e irrepetible
Porque mis imágenes “bucóliticas
y apacibles”
Te sacaron de la
ceguera y causaron tus letras al aire.
Pero perdí mi venda, solté
mi último grito y suspiro
Para renacer con una
cicatriz más.
Una Frankeinstein de
los adioses,
De los silencios y de
los huecos
Saco de ellos la musa
y me sereno.
Acá estoy de nuevo
Suspirando mis deseos
y tu lira
Extraña desde el
cielo
me arranca del eco
me vuelve acción.
Escribo.